lunes, 25 de enero de 2010

Opinión

Tu palabra hoy
III Domingo Ordinario


+ Mons. Enrique Díaz Díaz, Obispo Auxiliar
Diócesis de San Cristóbal de Las Casas

Muchos han tratado de escribir la historia de las cosas que pasaron entre nosotros, tal y como nos las trasmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron en la predicación. Ya también, ilustre Teófilo, después de haberme informado minuciosamente de todo, desde sus principios, pensé escribírtelo por orden para que veas la verdad de lo que se te ha enseñado.

(Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto), impulsado por el Espíritu, volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen de profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: ‘El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor’.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. (Lc 1,1-4; 4,14-21).

Dar la espalda
Terribles noticias han llegado desde Haití durante toda la semana. Las imágenes se suceden una y otra vez mostrando la magnitud de la tragedia: la desesperación por la muerte de los familiares, la impotencia ante el derrumbe de todas las cosas: edificios, instituciones, seguridad, salud; el hambre y la ansiedad que provocan tumultos y hacen más difícil la ayuda y la distribución de alimentos. Todos estamos conmovidos y nos preguntamos cómo podemos ayudar. Sin embargo, Augusto toma una actitud displicente: “Yo mejor apago la televisión y no oigo noticias. Ya tengo bastante con mis problemas, ¿para qué me voy a preocupar por los demás?”. Quizás eso sea lo que ha hecho más grave la tragedia: no oír, no ver, dar la espalda a la miseria de un pueblo, dejarlo que se ahogue en su pobreza y en sus injusticias. Antes del terremoto, que ha evidenciado las carencias, está una larga historia de un pueblo sumido en guerras, ambiciones y el olvido del mundo que le da la espalda para no mirar el dolor del hermano.

San Lucas
Cada año recorremos el ciclo litúrgico durante el tiempo ordinario de la mano de un evangelista que nos va marcando el rumbo. Este año corresponde a San Lucas ser nuestro guía y maestro cada domingo y convendría desde el inicio estar en sintonía con él, mirando qué pretende y cómo nos marcará el camino. Desde su prólogo San Lucas nos ofrece claramente sus objetivos. Sabiendo las dificultades que enfrentaban los primeros cristianos de frente a las propuestas de fuerza y poder del imperio Romano y de las pretensiones de sabiduría y felicidad del pueblo Griego, San Lucas quiere dar seguridad y firmeza a quienes ya conocen a Cristo pero deben fortalecer su fe. Las adversidades y un Reino de Dios que cada día tiene que irse haciendo presente, un espera que cada día debe hacerse actual, han provocado dudas y desalientos en los discípulos. No pretende escribir una “historia” o una reseña periodística, pero sí ayudar a mirar a Jesús vivo, presente en medio de quienes están haciendo “el camino”. Que cada quien, mirando los ejemplos que relata, pueda asimilarlo en su situación actual.

Jesús en la historia
San Lucas nos ayuda a percibir la presencia de Jesús no como algo pasado, sino como presente y actuante en medio de la propia historia. San Lucas escribe para quienes buscan conexión entre el mensaje de Jesús y la vida actual; para quienes se interesan por descubrir qué es lo más importante de la buena nueva; para quienes sufren ataques y han tenido dudas; para quienes buscan dinámicamente vivir el evangelio. Sus temas centrales son la oración, los pobres, la misericordia, el discipulado, la valoración de la mujer en especial el papel de María, la conducción del Espíritu Santo que suscita nuevos horizontes y abre caminos a la evangelización. La dignidad de las personas e importancia de la vida comunitaria tienen gran importancia en sus relatos. En fin, temas que son de mucha actualidad y que nos hacen reflexionar en nuestro propio camino. También en medio de nosotros hay pretensiones de poder y felicidad que ponen en duda la Buena Nueva, también los discípulos de hoy tienen que replantearse bien los puntos centrales del seguimiento de Jesús, también hoy tienen que reavivar la esperanza en la llegada del Reino. También se necesita en estos momentos mirar con detenimiento la vida comunitaria y las responsabilidades frente a los hermanos y sus situaciones particulares.

La palabra hoy
Cuando Jesús se presenta en la sinagoga y hace la lectura del profeta Isaías, no lo recuerda como algo del pasado. Lo pone en un presente muy vivo. Es el programa de toda su actividad profética. Es un resumen de lo que nos irá presentando San Lucas a lo largo de todo su evangelio. Si estas palabras estuvieran fuera del contexto del evangelio parecería explosivas y revolucionarias: liberar, abrir los ojos, romper cadenas, llevar buenas nuevas a los pobres… ¿Cómo sonarían a los oídos de aquellos judíos reunidos como de costumbre en su sinagoga? Claro que son las palabras que anunciaba Isaías, pero el acento que les pone Cristo, la fuerza con que las pronuncia y su decidida afirmación: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”, debieron tener fuerte impacto sobre la audiencia. En un primer momento todo es admiración y entusiasmo, pero cuando comprenden que esta actividad liberadora y las buenas noticias requieren un compromiso. Cuando entienden aquellos pasivos oyentes que se exige su participación y que tendrán que cambiar muchas estructuras y expectativas, prefieren rechazar la propuesta de Jesús, lo llevan a la orilla de la población y quieren despeñarlo (Lc 4,29).

Programa del discípulo
Este es el programa y la propuesta de Jesús también para nuestros días. Hoy también se cumple este pasaje de la Escritura, pero no de una manera estática, pasiva, sino dinámica, actual y exigente, que involucra a todos sus discípulos. Hoy hay cadenas que romper, hoy hay ojos que se han cerrado y que necesitan luz. Cristo trastorna las estructuras que ha establecido el hombre y propone una salvación dirigida a todos los hombres pero de una manera especial a esa parte de la humanidad más desvalida y necesitada. Anuncia una liberación que alcanza a la totalidad de la persona y no solamente a alguno de sus aspectos. Trae Buena Noticia y no castigos ni venganzas, un “año de gracia” que implica la restauración de la paz, de una paz universal que alcanza a todos los pueblos. Sus discípulos debemos hacer hoy, y mañana y cada día, que se cumpla este pasaje. No podemos dar la espalda al hermano que sufre. Debemos luchar contra toda cultura de muerte. No temamos, no es misión “nuestra”, sino la misión de Jesús. No tengamos miedo, también cada uno de nosotros podemos decir: “el Espíritu del Señor está sobre mí”

Dios eterno y todopoderoso, conduce nuestra vida por el camino de tus mandamientos para que, unidos a tu Hijo amado, podamos producir frutos abundantes y comprometernos en la construcción del Reino de justicia, paz y amor que Él ha venido a anunciarnos. Amén.

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