miércoles, 10 de noviembre de 2010

Chispero político
Miguel Angel. Carrillo Barrios

SIN PENA NI GLORIA; SE VAN DIPUTADOS DE LA LXIII LEGISLATURA

El viernes próximo, una camada más de diputados, pertenecientes a la LXIII legislatura, irremediablemente tendrán que regresarse hacia el basurero de donde los recogieron hace tres años y vendrá otra pandilla de ineptos, buenos para nada a calentar la vieja silla en donde muchos de esos legisladorcetes, de un año y ocho meses, nunca saben qué hacer y menos cómo hacerlo. Por lo pronto, los de la LXIII legislatura, que se llevan hasta los tapetes, los lapiceros y las colillas de cigarros que un día arrojaron dentro del cubículo de la inmundicia y la inmoralidad, allí donde se cobijaron y se guardaron los secretos de apestosas componendas repletas de intereses mezquinos y personales. Esos sujetos, se marchan al indeseable lugar de donde salieron sin pena ni gloria, no dejan a su paso una huella que los recuerde o que trascienda a la historia del bien común de la sociedad, son pues golondrinas de paso y muchos de ellos sólo pasaron a conformarse como los “Atilas Chiapanecos”. Ahora sí como dijera uno de los “talibanes” chiapanecos en el Congreso federal, que “los perritos a los 3 días abren los ojos y los pendejos nunca” y vaya que sí tiene razón el señor Nazar Morales o bien como dijera Valdemar Rojas que “El gusto de ser diputado dura tres años y la vergüenza toda la vida”. No cabe duda que los humanos cada día nos emborracha el poder y durante muchos años se han visto a tantos disque presidentes de Congresos convertidos en semidioses en esos curules de la ignominias pues no podría uno olvidarse través de aquel mediocre de triste recuerdo llamado Ricardo López Gómez o a Roger Grajales González entre otros, mismos que hoy son más que nada, o sea, lo que originalmente han sido, fueron y posiblemente seguirán siendo. Los legisladores que pasado mañana se van a chihuahua al baile, de los 40 inútiles, habrá dos o tres honrosas excepciones que una vez propusieron un proyecto de ley, leyes que no conocen ni se preocuparon por conocer y que posiblemente nunca conocerán; así es pues a esa bola de convenencieros amigos del dinero y no de la sociedad, muchos de ellos, difícilmente volverán a poner los pies como tal en ese espacio que debería ser la cuna de hombres y mujeres talentosos, de probada solvencia moral e ideológica, de iniciativa encaminada hacia el bien común, pero es tan difícil como pretender tragarse una piedra de un kilo. En fin, la pandilla que el viernes desalojan como cucarachas ese inmueble que debe ser fumigado para evitar bacterias de podredumbre, se llevan las bolsas llenas de dinero; ellos se llevan aguinaldo, un congresobono inflado y a pesar que no es día de pago, desde hoy ya hicieron fila por su cheque en la pagaduría de ese poder legislativo infestado de sanguijuelas.
100 AÑOS DE LA REVOLUCION MEXICANA; Y EN CHIAPAS QUÉ
Ya se hacen algunas alusiones a los festejos a los festejos del primer centenario de la Revolución Mexicana en Chiapas, seguramente habrá en todo el país grandes festejos y se renombrará aquel lema de “Sufragio Efectivo: No reelección” y el autor de dicha frase: Don Francisco I Madero y su denominado Plan de San Luis, posiblemente en algunos lugares se escenificará la decena trágica con la muerte de este político mexicano. Seguramente en Chiapas no se recordarán a nuestros caudillos revolucionarios como lo fue Tiburcio Fernández Ruiz, Alberto Pineda Ogarrio y Rafael Cal y Mayor. Tiempos aquellos en que el pueblo de Chiapas se debatía en la más profunda ignorancia y miseria, aunque en la actualidad, tampoco se cantan mal las rancheras en cuestión de la miseria y de la ignorancia, obviamente sólo lo es aquel que no desea prepararse. En nuestro Estado, todos aquellos descendientes, amigos y simpatizantes de los “Mapaches” deberían recordar a ese líder de horca y cuchillo al igual que a Alberto Pineda allá en San Cristóbal de las Casas y obviamente a Cal y Mayor que con el emblema del zapatismo se mantuvo refundido en lo que ahora conocemos como la Selva del Ocote. Todos aquellos que somos amantes a la historia (repudiada por la mayoría de las juventudes) conocemos las hazañas de aquellos hombres que demostraron su valentía frente a las fuerzas federales carrancistas. Para aquellos que ignoran Tiburcio Fernández Ruiz fue un militar mexicano que participó en la Revolución mexicana. Nació en La Experiencia, Chiapas, finca de la zona del Grijalva, el 27 de abril de 1887. En 1911 y 1912 se enfrentó al movimiento de finqueros de la zona alta. Posteriormente se trasladó a la Ciudad de México para estudiar Derecho, carrera que suspendió a mediados de 1914 para regresar a Chiapas y encabezar una lucha contrarrevolucionaria hasta 1920. A su movimiento se le llamó «Mapachista». Se amnistió ventajosamente al gobierno cuando secundó el Plan de Agua Prieta, siendo electo gobernador de Chiapas en 1920. Fue senador por Chiapas y general de división con antigüedad de 1 de agosto de 1923. Leyendo al buen amigo José Luis Castro Aguilar, dice en uno de sus escritos muy amenos lo siguiente: “El 5 de junio de 1917, al frente de 500 rebeldes mapachistas, los coroneles Fausto Ruiz Córdova y Wulfrano Aguilar, integrantes de la Brigada Libre de Chiapas, intentan tomar la plaza de Tuxtla; en particular deseaban tomar el Palacio de Gobierno del estado, aprovechando que en ese momento no estaban las fuerzas carrancistas -pues éstas andaban persiguiendo a los rebeldes en la región de la Frailesca-, sólo 60 elementos lo custodiaban. Sus fuerzas entraron inmediatamente en feroz combate con los carrancistas. Los guardias se defendían parapetados detrás de las puertas y ventanas del Palacio, manteniendo a raya a los audaces rebeldes mapachistas. El tiroteo fue intenso, ninguna de las fuerzas se deba por vencida. De repente apareció el gobernador coronel Pablo Villanueva San Miguel con 100 elementos, quienes defendieron la sede de los poderes del estado. Pablo Villanueva estableció una línea de tiradores en la azotea del Palacio de Gobierno, mismos que repelieron a los rebeldes y los mantuvieron a raya mientras llegaban refuerzos. En ese momento llegaron el mayor Carlos E. Ruiseñor y el capitán Martín González, con un grupo de 40 soldados, quienes flanquearon a las fuerzas mapachistas. Finalmente, los rebeldes no pudieron romper la resistencia carrancista. Al no poder tomar el Palacio de Gobierno, el coronel Wulfrano Aguilar ordenó que lo quemaran -destruyéndose gran parte de los archivos de los tres poderes del estado-, y se dedicaron a saquear el comercio y casas particulares. El coronel Fausto Ruiz, al frente de sus elementos abandonó la plaza en el más completo desorden, tomando el camino de Berriozábal, hasta llegar a los Cuxtepeques. Entre los oficiales estaban los coroneles Agustín Castillo Corzo, Francisco Ruiz Córdova, Filadelfo Grajales y Sínar Corzo; así como el capitán Pascual Sánchez. Las fuerzas gobiernistas persiguieron a los rebeldes con el objeto de batirlos, pero ya no pudieron darles alcance. El 29 de julio de 1917, al mando de mil 600 hombres de caballería y de infantería, el general de brigada Tiburcio Fernández Ruiz y el tuxtleco general Tirso Castañón Esponda, comandante del cuarto regimiento de la Brigada Libre de Chiapas -en compañía de los coroneles Fausto Ruiz y Francisco G. Ruiz Córdova-, intentan tomar nuevamente la plaza de Tuxtla”.

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