jueves, 21 de julio de 2011


Punto de Vista
Mario Tassías


Durante la semana del 11 al 15 de julio de 2011, miembros de la Vía Campesina participaron en el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial CSA, en las negociaciones sobre las Directrices Voluntarias sobre la Gobernanza Responsable de la Tenencia de la Tierra, los Recursos Pesqueros y Forestales que se celebran en la sede de la FAO en Roma. De esas reuniones extraemos una síntesis.
Son las negociaciones finales de las directrices que se espera sean adoptadas por el CSA en octubre. Las directrices cubren temas como la tenencia de la tierra, la reforma y la redistribución, junto con los mercados y la inversión, elementos que tienen un fuerte impacto sobre los campesinos, los agricultores a pequeña escala y los pueblos indígenas y rurales de todo el mundo.
Las Directrices deberían permitir la creación de un marco claro para la protección de los campesinos, pequeñas familias propietarias agricultoras y ganaderas, y las comunidades que viven y trabajan en el campo, así como la protección de los derechos de propiedad y la protección de la personas ante el acaparamiento de tierras.
De ahí que hay que tomar en consideración algunos puntos. Las Directrices deben hacer especial hincapié en la necesidad de introducir una reforma agraria genuina en los programas de redistribución de tierras, especialmente en zonas con una elevada concentración de la propiedad, mezclada con inseguridad alimentaria.
Deben proporcionar a los Estados la orientación adecuada para abolir el acaparamiento de tierras en el mundo. Deben apoyar la aplicación de los compromisos adoptados en la Conferencia internacional sobre reforma agraria y desarrollo rural de la FAO. La soberanía alimentaria requiere la capacitación de los productores locales de alimentos, hombres, mujeres y jóvenes, que tengan acceso y control total sobre los recursos de producción alimentaria. Deben promover reformas políticas a nivel local, regional, nacional e internacional, con el fin de acabar con las adquisiciones de tierras a gran escala y de promover la autonomía económica a largo plazo y la autodeterminación de los campesinos de todo el mundo. La adquisición de tierras por empresas privadas no soluciona los problemas relativos a la pobreza, el hambre y la necesidad de una reforma territorial, sino que pone en peligro el sustento, ya de por sí frágil, de las comunidades rurales.
Las Directrices deben reconocer y apoyar la importancia crucial de la agroecología basada en las familias y los campesinos, como solución principal para erradicar el hambre. Las empresas no pueden alimentar a la población y a los accionistas codiciosos a la vez. Con un compromiso a largo plazo y estabilidad con la tierra, los campesinos contribuirán a lograr niveles mayores de soberanía alimentaria, mejores resultados medioambientales, comunidades locales más resistentes y el traspaso intergeneracional, indispensables para el bienestar a largo plazo de la humanidad.
La capacidad de producción de los campesinos se ve atacada por el desmantelamiento político de mecanismos de protección con una larga tradición y por la estrategia adoptada por los Estados consistente en alcanzar el "crecimiento económico a toda costa".
Con el reconocimiento y la reafirmación de que se deben garantizar, los derechos humanos reconocidos por el derecho internacional a los campesinos, se recuerda a los gobiernos que los tratados y convenios ratificados deben transponerse al ordenamiento jurídico nacional.
Es necesario tratar el cambio climático y las soluciones falsas que agravan la crisis alimentaria. Las Directrices deberían denunciar las soluciones falsas dadas al cambio climático que legitiman el acaparamiento de tierras. El uso de tierras de producción de alimentos a gran escala por parte de empresas para cultivar agrocombustibles es, en cualquier caso, un acto en contra de toda ética, pero, además, los agrocombustibles son una falsa solución para mitigar los efectos del cambio climático y agravan la dependencia mundial de los combustibles fósiles, además de repercutir negativamente en la crisis climática.

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