lunes, 12 de marzo de 2012


DIÓCESIS

+Mons. Enrique Díaz

Obispo Auxiliar Diócesis de San Cristóbal de Las Casas



Templos vivos
III Domingo de Cuaresma


Éxodo 20, 1-17: "La ley fue dada por Dios a Moisés"
Salmo 18: "Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna"
I Corintios 1, 22-25: "Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero sabiduría de Dios para los llamados"
San Juan 2, 13-25: "Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré"
Iglesias divididas.
Habían caminado juntos toda la vida y siempre se habían entendido muy bien, sobre todo al hacerse miembros de una nueva iglesia y adquirir un papel importante como pastores, pero tiempo después, empezaron las discrepancias porque ambos querían asumir el rol de mayor importancia. Las tensiones y las discusiones aumentaron, hasta que ya no fue posible seguir juntos y en medio del disgusto optaron por la solución que parecía mejor: tener cada quien su iglesia. Así nació una nueva iglesia, una frente a la otra, con nuevo nombre, nuevo registro en trámite, y nuevos responsables. ¿Una iglesia más? ¡Qué importaba! Ya en la comunidad, de apenas unas doscientas familias, había catorce diferentes denominaciones, cada cual con su templo. Una más pasaría desapercibida. Así se ha ido llenando la pequeña comunidad de enormes templos, para todos los gustos, ordinariamente vacíos, pero que responden a divisiones, pleitos, intereses económicos o políticos. "¿El templo? Un negocio más", se atreve a formular un lugareño observando las discusiones y los pleitos de los evangélicos de cada denominación y los diferentes grupos de católicos. ¿En qué hemos convertido la religión?
Destruyendo el templo.
Uno de los gestos más sorprendentes y escandalosos que puede obrar Jesús es atacar directamente la institución que era el corazón del pueblo judío pues alrededor de él giraba toda su vida religiosa, social y política. Desde el inicio de su formación como pueblo, Israel ha sentido la presencia de Dios de diferentes maneras: en la nube, en la tienda de la reunión, en el arca de la alianza, y después se ha concretado y hecho más palpable en el templo. Ahí se hace visible la unión entre el cielo y la tierra, la comunión del pueblo con su Dios. Ahí le ofrecen sacrificios y esperan alcanzar el perdón. También ahí se manifestará la victoria del Señor al final de los tiempos. Quitarle a Israel el templo era dejarlo huérfano pues le quitaban el signo de la presencia de Dios… Pero el templo se ha ido alejando de su simbología original y se ha ido contaminando hasta olvidar su significado. De lugar de encuentro con Dios y "escalera" para ascender a su presencia, para encontrar a Dios y para que Dios viva en él, lo han convertido en un mercado. Ya Herodes, haciéndolo de una belleza y grandiosidad extraordinaria, lo había utilizado no para dar gloria a Dios, sino para engrandecer su imagen dentro del imperio, para atraer beneficios económicos con los peregrinos, y para dar una manifestación de su poder y colaboración con Roma. Las ofrendas y los sacrificios están contaminados de intereses personales y económicos. El templo se ha convertido en símbolo de un sistema económico, político y social que no puede agradar a Dios. Jesús no buscaría solamente purificar el culto, sino dar un vuelco a todas las desviaciones que han propiciado que el pueblo se olvide del espíritu de los mandamientos donde Dios es el centro y cada persona es un signo de su presencia. El templo no está al servicio de Dios y de la alianza, donde ocupa Él la primacía juntamente con los pobres, los desamparados y humildes.
Jesús, nuevo templo.
Jesús es el nuevo templo, el nuevo centro que unirá el cielo con la tierra. San Juan no teme mostrar a Jesús airado, capaz de hacer un látigo de cordeles y echar del templo a todos los mercaderes. La razón profunda es que han "convertido en un mercado la casa de mi Padre". El gesto de Jesús es radical y no admite medianías. No es sólo una crítica contra aquel templo, sino una acusación grave contra todo sistema que manipule el nombre de Dios para convertir a los hombres en mercancía y objeto de venta. Jesús, hecho carne visible, se manifiesta ahora como el nuevo templo, con unas nuevas relaciones, con nuevos signos y con nuevo culto. ¿Qué tanto podría hacer Jesús en aquella explanada inmensa, llena de miles de peregrinos? Muchos piensan que se necesitará un grupo enorme de personas para que la acción pudiera tener efecto entre todos. A partir quizás de una pequeña acción de Jesús, San Juan nos lleva a percibir el mensaje profundo más allá del hecho histórico: Jesús es el verdadero templo, lugar de encuentro con Dios. Su reflexión y sus palabras están iluminadas por la experiencia pascual y descubren que la "nueva tienda" o presencia y culto de Dios, no es un lugar, sino la persona misma de Cristo Resucitado: "Pero Él hablaba del templo de su cuerpo".
Templos vivos.
Este pasaje no es una mera purificación del templo, que ya sería muy importante, sino que Jesús aparece como un innovador y se pronuncia por una religión limpia de ritualismos muertos y a favor de un culto vivo, nacido de la fe y de un corazón sincero. Al mismo tiempo que Él se manifiesta como el nuevo templo de Dios, proclama que la gloria de Dios habita en cada uno nosotros. Por Jesús y en Jesús el creyente se convierte en templo de Dios. Fue uno de los pensamientos que sostuvo a la primera Iglesia y que animó a una verdadera vida de fraternidad. San Pablo cuestionaba seriamente: "¿Qué no saben ustedes que son templos de Dios y que el Espíritu Santo habita en ustedes?". Por su parte también San Pedro en su carta nos asegura que nosotros somos piedras vivas edificadas como un templo espiritual del cual Cristo es la piedra angular. No resulta pues extraño que durante mucho tiempo las primeras comunidades no tuvieron templos sino hasta después de varios siglos. Cristo era su única fuerza y la sabiduría que los acercaba a Dios.
¿Nuestras Iglesias son un lugar de encuentro con Dios y con los hermanos? Tendríamos que reflexionar mucho si en ocasiones no hemos intentado manipular a Dios y ponerlo a nuestro servicio, en lugar de nosotros buscar servir a Dios. Necesitamos recuperar el sentido de nuestros templos para que sean la casa del Padre donde se viva y se celebre la justicia, la verdad y la fraternidad. Evitar a toda costa convertirlo en un mercado y rechazar todo negocio con lo sagrado, con las personas y con los sentimientos. Hoy debemos descubrir a Jesús como "el verdadero templo", a través del cual nos acercaremos a Dios nuestro Padre, y por medio de Él descubrir y valorar los templos vivos de Dios, todos los hombres y mujeres, a quienes debemos amar, respetar, cuidar y venerar. ¿Qué nos diría hoy Jesús de nuestros cultos y del trato que damos a las personas?
Gracias, Padre Bueno, por darnos en Jesús, un nuevo y verdadero templo. Gracias por hacer de nuestra humilde persona un templo que se llena de tu presencia. Concédenos sabiduría y amor para respetar y valorar cada templo viviente y hacer de tu casa un lugar de oración, de encuentro y de armonía. Amén

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