martes, 22 de enero de 2013


Así es la muerte… de ojeta
Gaspar Morquecho
Esta mañana recibí un mensaje de Manuel. Me preguntaba: ¿Te enteraste de la muerte de Jesús Rojas en un accidente? Respondí: ¡Puta! No ¡Carajo! A Jesús lo conocí en 1968 en El Palacio Negro de Lecumberri. Parece que fue un día domingo. Día de visita. Los hijos de puta que controlaban el acceso al edificio porfiriano no le permitieron la entrada. Entonces se las ingenió. Vio que de un camión descargaban los costales de bolillos para los cientos o miles de presos. Ofreció su ayuda. Con la complicidad de un costal lleno de pan en su espalda entró a Lecumberri para poder ver a su hermano José Luis Rojas. Se cagaba de risa cuando por algún motivo recordaba el momento. Otro de los hermanos de Jesús era José Alfonso, hermano gemelo de José Luis. Crecieron en La Guerrero cerca de Tlatelolco donde detuvieron a José Luis el 2 de octubre.
Después de 1968, cada uno eligió su lugar de militancia política. José Luis en la UNAM. José Alfonso - que estudiaba en el Poli y jugaba americano con las Águilas Blancas - le entró a la guerrilla. Jesús era de la banda de activistas en la Prepa Popular Tacuba.
Cuando terminé la prepa fui a parar a la entonces Escuela Nacional de Arquitectura (ENA). Ahí estudiaba José Luis El Negro. Participamos en la marcha del 10 de junio de 1971 brutalmente reprimida por el grupo paramilitar Halcones. En la ENA participamos en un taller que realizó proyectos de vivienda y cooperativa para indígenas de Chiapas. Antecedentes del Autogobierno de Arquitectura. En el 72  pasé casi un año en una comunidad de Huixtán donde, más tarde, se construyeron unas 40 viviendas. Ahí El Negro me reclutó para lo que más tarde fue la Organización Revolucionaria Compañero. Ese año, las compañeras Mari y Marisela  del Comité de Arquitectura en Lucha coordinaron una brigada de unos 100 estudiantes de la Preparatoria Popular para realizar su servicio social de un mes en Huixtán. De esa forma los estudiantes garantizaban su ingreso a la UNAM. Jesús participó en la brigada y cumplió con gusto las tareas que se acordaban en las asambleas de la brigada.
Regresé a México en 1973 y me vinculé a los movimientos populares y a dar clases en la Prepa Popular. Con la banda de Jesús Rojas armamos varias actividades de apoyo a los movimientos obreros en Naucalpan. La célula estudiantil de la Organización me planteó la tarea de levantar una célula en la Popular. Invité a Jesús.
En una reunión de ese organismo, por ahí de la primera quincena de octubre de 1973, revisando un diario encontré la nota que daba cuenta del enfrentamiento  de la Policía Judicial con un grupo armado ubicado en una cabaña de Popo Park. Uno de los guerrilleros lo recordó así: "Ahí sucedió un enfrentamiento con la policía. Éramos 12. La policía eran como 60, más o menos, de la Judicial del Distrito. En los hechos es donde muere el comandante de ese cuerpo policíaco que iba encabezando, y también dos compañeros nuestros. Yo fui capturado en ese sitio. Narró en una entrevista al medio Janambre quien se identificó como Elías Orozco Salazar." Uno de los dos caídos era José Alfonso conocido por El Kikos. Se lo mostré a Jesús que salió disparado en busca de mayor información.
Fui algunas veces a casa de Jesús. Su padre era un excelente ebanista carpintero. No hablaba mucho. Su madre, una mujer morena y pelo blanco, nos atendía y miraba con mucho cariño. Contaba que por semanas la policía vigiló su casa. Apenada por las largas jornadas de los judiciales salía para ofrecerles algo caliente. Ella vivía a sus hijos como los mejores y esforzados activistas. Tenía razón. Sus hijos se habían entregado a la lucha.
La policía tenía fichado y ubicado a Jesús. Cuando se anunciaba algún movimiento o la policía sospechaba procedía  secuestrar a Jesús. Era tan cotidiana la actividad de la policía que, un día que no se reportara Jesús, se movilizaba sus compañeros para buscarlo y liberarlo. Por eso o saber por qué, Jesús estudió Derecho en la UNAM y se dedicó a asesorar sindicatos obreros.  Jesús era un activista consecuente y no sujeto a estructura alguna. Quizás anarquista.
Mi partida a Monterrey en 1974 y luego mi retorno a Chiapas en 1979, hizo casi imposible los encuentros con Jesús. En su casa siempre hubo un lugar para los compas. Recuerdo que me dio alojamiento antes y después del 94. Su saludo era a lo chilangote: "Cabrón, ¿cómo está?" "Ojete, no te dejas ver" "¿Qué, muy madres?". Siempre sonriendo a todo lo que da. Cuando la charla era seria se tornaba serio. Siempre cuestionando y con un sentido de clase bien arraigado. Olía a los oportunistas pequeño burgueses hijos de la chingada.  Decía, "a mí no me vengan con mamadas… y si quieren mamar ya saben dónde". Cuando nos despedíamos decía: "Ya sabes pinche Morquecho, aquí hay donde caerle".  Jesús quería a sus hermanos. Siempre pensando como apoyar a José Luis que andan metido de tiempo completo.
Pinche Jesús. Qué ojete. No avisaste… Va una lágrima. ¡¡¡Allá nos vemos puto!!!

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