lunes, 26 de agosto de 2013

VIDAS PARALELAS

 IN MEMORIAM:    Fray Bartolomé De Las Casas.  Mons. Samuel Ruíz García.
Las crónicas que refieren la llegada del obispo a su diócesis de Chiapas lo describen como un "buen teólogo y consumado jurista.  Tenía el alma atribulada por el trato de los indios esclavos que se compraban y vendían como hato de ovejas.  Predicaba como apóstol enseñándoles los medios de su salvación que era poner fin a un trato tan  ilícito.
No terminan ahí, sino que ahí comienzan los paralelos que -guardadas las diferencias-cabe trazar entre el sujeto de esa descripción y tercer obispo de Chiapas, Fray Bartolomé De Las Casas, y Don Samuel García, su homólogo en el siglo XX.  A su juicio, la realidad atroz que encontró al llegar en 1960 no era "genéricamente distinta" de la que vio Las Casas.  "yo serví de caballo", le confesó un indio; en una comunidad fue informado de que todos los niños habían muerto en un santiamén, por efecto de una epidemia de fiebre desatendida por los servicios oficiales de salud; en las fincas, algunos patrones azotaban a sus peones acasillados y les pagaban con vales de las tiendas de raya; en San Cristóbal de Las Casas, orgulloso bastión de los coletos, los indios bajaban de las aceras (ahora sería de las banquetotas) para cederles el paso a los blancos que seguían refiriéndose a ellos con un asco racial en el que resonaba el eco de la frase brutal que escuchó fray Bartolomé a su llegada "perros indios".
Para poner fin a un trato tan ilícito, ambos obispos trajeron dominicos a la diócesis.  Ambos se  malquistaron con los poderes eclesiásticos de su época: fray Bartolomé con no pocos evangelizadores de otras órdenes, don Samuel con los viejos monseñores y demás sacerdotes tradicionales que veían atónitos cómo rehusaba hospedarse en las casas grandes de las fincas y prefería dormir con los peones.  "Están tan alborotados los vecinos de esta ciudad, que la Semana Santa se pasó no como entre  cristianos"  La cita corresponde al año de 1545, cuando De Las Casas, "amenazado", continúa la crónica, "con querellarlo con el Papa", rehusó los sacramentos a los encomenderos que no hubiesen devuelto su libertad a los indios, pero se repitió en 1993, cuando Samuel Ruiz  --querellado ya con el nuncio Priogione y, en cierta medida, con el Papa  --resistía el ataque de la población coleta y recibía el apoyo de los indígenas.
Aunque don Samuel ha asumido expresamente lo que él ha llamado "la fidelidad evangélica" hacia fray Bartolomé, dice conocer poco de la historia de su antecesor.  Sin embargo, en el despacho obispal hay un cuadro rústico que representa su encuentro con De Las Casas, Ruiz y su conversación abundan en referencias al dominico.   Sabe que De Las Casas llegó a la edad aproximada de 69 años y permaneció en la diócesis sólo siete  meses.  Ruiz, en cambio, llegó a la edad de 35 años y la atendió por los siguientes 38.  De la vastísima obra de De Las Casas, Ruiz resalta el tratado DEL UNICO MODO DE ATRAER A TODOS LOS PUEBLOS A LA VERDADERA RELIGION.  Para de De Las Casas, como se sabe, ese modo único no era otro que "la persuasión del entendimiento por medio de razones y la suave moción de la voluntad".  Su sucesor en el siglo XX no ha compuesto tratados ni historias sino numerosos escritos pastorales en los que comparte la idea de que únicamente los misioneros pueden redimir a los indios enseñándoles el camino de la salvación, y el concepto de que la armonía original de la comunidad indígena -edén subvertido por la codicia de ladinos o caxlanes, vástagos todos de los encomenderos-sólo puede restablecerse en la comunión de los indígenas y los evangelizadores que juntos construyan y propaguen el anticipo de la ciudad de Dios en la tierra.
Si en su apologética historia sumaria  De Las Casas equiparó ventajosamente el grado de civilización de los pueblos precolombinos con el alcanzado en Europa, en su larguísimo caminar Samuel Ruiz -conocedor, a diferencia de De Las Casas, de las lenguas indígenas-practicó la etnografía comparada y ha creído encontrar evidencias similares aun en los aspectos más opresivos de las culturas indígenas,  como el ejercicio del poder político o la condición de la mujer.  Desde un principio lo impresionó la "docilidad del indio, su fuerte religiosidad", pero su encomio actual rebasó las ideas de Juan de Palafox, el célebre obispo de Puebla que a mediados del siglo XVII reputaba al indio como un ser libre de los siete pecados capitales, salvo el de la gula "en la media parte de este vicio, que es el beber".  "Algunos antiguos, explica Ruiz, "nos indican que antes no había la degeneración por el alcohol"; enseguida relata historias de indígenas regenerados del vicio por "la Palabra de Dios", es decir, por la prédica de los catequistas formados en su diócesis, o por la reflexión crítica de las propias asambleas comunitarias que inducen a la moderación o al uso del jugo de uva enlatado en lugar de aguardiente.  Por lo demás, Samuel Ruíz asegura que la responsabilidad  última no es de los indios: "la embriaguez es un manejo de dominación por parte de los mestizos"
En ambos hay resonancias de los profetas bíblicos.  De Las Casas, predicó en la corte española contra la esclavitud y el trabajo forzado, puso en entredicho la legitimidad de la conquista como un acto injusto, inicuo, tiránico, y digno de todo fuego infernal, y profetizó que la "ira de Dios"  se volvería contra España para destruirla.  Con idéntico celo y similar unidad de propósito, Ruiz -a quien sus padres tuvieron el propósito expreso de destinar al servicio de templo, como el profeta Samuel-transfiere esa misma visión condenatoria no sólo al Estado virreinal sino al Estado liberal del siglo XIX y al nacional revolucionario del XX.
Su obispo coadjutor, Raúl Vera López, se ha interesado en el proceso de canonización de De Las Casas y casi beatifica en vida a Samuel Ruiz: "no he convivido con una persona más justa: no puede callar, ejerce su profecía en su misión de pastor, es un hombre asumido mística y misteriosamente por los ojos de Dios".  Fray Gonzalo Ituarte piensa que se asemeja al profeta Amós: "El profeta sensible al escándalo de la injusticia"
La reivindicación de De Las Casas para legitimar una causa justiciera ocurrió antes y durante la guerra de Independencia.  En el caso de Samuel Ruiz, la novedad histórica no está tanto en el contenido de la prédica sino en sus destinatarios: lo notable es que ha vuelto lascasianos a centenares de miles de indígenas. "Es un profeta creador de profetas" afirma Miguel Concha, provincial de la orden de los dominicos en México.  Y no han sido poco los profetas que formó en su diócesis, sino miles de catequistas y cientos de diáconos permanentes, indígenas muchos de ellos, que por tres décadas han y siguen sembrando en sus comunidades (o recogido de ellas, según afirman) "La Palabra de Dios".
Este proceso catequético, tal vez el más vasto, ordenado y profundo emprendido en México desde la conquista espiritual del siglo XVI (aunque muy distinto a aquél en sus perspectivas morales, eclesiológicas y teológicas), está en la base de las transformaciones políticas y los movimientos revolucionarios que han sacudido la Zona desde enero de 1994.  El hecho fundamental, soslayado por todo tratamiento del zapatismo centrado en la figura icónica del supcomandante Marcos, es que antes de la llegada del EZLN se desarrolló en Chiapas un fervoroso ejército catequista de liberación nacional.
Profr. Jesús Sánchez Rodríguez.

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